Nunca es suficiente para quien desconfía y está siempre con el dedo en el gatillo del reproche.
Siempre es siempre.
Ya puedes estar sin salir de la cama, ardida, bombeando fiebre y sin poder masticar ni tragar, porque el dolor es una puñalada que te lleva por delante.
No quiero llorar, pero se me caen unos goterones enormes de los ojos sin poder evitarlo.
No busco que me hieran pero las heridas se producen.
Tengo hambre y no puedo comer.
Sed y no puedo beber.
El hambre me hace vomitar, el amor también aunque no me queje.
Y para colmo, nunca una caricia viril, un gesto que no termine en latigazo de vacío.
Supongo que eso queda para otras más fiables y esperanzadas.
Entre unas cosas y otras, la vida se me está convirtiendo en una puta película de terror, llena de zombies huecos.
Mala cosa....
ResponderEliminarEs lo que hay, Erik. Gracias.
EliminarLas desmotivaciones son emociones que a veces...nos llevan a la fortaleza de seguir creando una vida más plena, obviando a los zombies huecos que pueblan nuestra realidad. Por "desgracia" creo que hay más de lo previsto. Y quienes desconfían son los que empeoran las cosas.
ResponderEliminarMe encantó leerte. Tienes una forma tan genuina y hermosa para escribir!
Buen fin de semana.
Tarde pero agradecida, te envío un abrazo fuerte, Mila.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarPaige con su marketing medicinal me crispa. Hay que tener jeta para decir lo que dice.
EliminarMe gusta como y lo que escribes un placer el haberte hallado
ResponderEliminarUn placer conocerte a ti, Recomenzar. Muchas gracias.
EliminarA veces se me cuela en el cerebro
ResponderEliminarcomo una sabandija
que repta por debajo de la puerta,
la sospecha inquietante
de que es quimérico todo lo vivido.
Que no hay otro momento real e inabarcable
que el presente sin tiempo,
en donde mi persona es menos que la nada,
apenas un compendio de recuerdos filtrados
por alguien que me sueña distraído y apático.
Y enumero segundos, nombres, risas y lágrimas,
plantada ante el abismo del mar interminable
de las inexistencias.
Siempre invento razones, algún rostro y mil traumas,
y tiemblo por el miedo de volver a encontrarme
escondida en la broza de un camino
carente de sentido.
Mas al fondo del alma hay alguien que palpita,
hay alguien que me mira y que rubrica
que mi realidad es el deseo,
que mi única verdad es la esperanza.
Qué buen poema, Luz Olier, y qué bueno verte después de tanto tiempo. Aquí estamos de nuevo y sin duda, vivas. Entre quimeras y realidades, recibe un abrazo.
Eliminar