Me estoy negando al cambio
porque muten las claves de la vida
y no por terquedad,
sino porque los sueños siguen siendo los mismos,
aunque mi Shangri-La de rostro demacrado
perviva en hospitales
salpicados de virus y bacterias.
Sigo pensando igual que en los años del hambre
y no barajo fantasmagorías
ni nostalgias inútiles.
No me obligo a sentir ni gozo ni dolor
y, sin embargo,
siento el latir de la noche sin luna
como si su pupila
siguiera fija en mí de madrugada.
No le temo al futuro que no llega
porque el presente es cíclico, como mi pensamiento
y la vida, a veces se hace larga
y a veces es tan corta que no existe.
Ya no me fijo en quién quiere morderme
por divertirme un rato jugando al escondite,
sino en quién puede hacerlo,
y no pueden.
Perduro como especie en vías de extinción,
quizás porque los tigres
se han quedado sin dientes.
Pero no, yo tampoco estoy triste.
Ser la suave almohada en tu cabeza
de ojos visionarios y pelo enmarañado,
pensar en enjugarte el sudor y la fiebre,
es una buena forma de vislumbrar trasmundos
a los que llegaremos, sin remedio,
cuando toque.
Mientras tanto, tu nombre en lo invisible.
Eres mágica para expresar sentimientos tan reales, tan cotidianos, tan escondidos.
ResponderEliminarUn gran abrazo poeta!!!
Paty,
Otro para ti, hermosa, y muchas gracias por darme tu opinión sobre el tema.
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