Qué no giraré yo, hija del vértigo,
de liviana y mutable geometría
con los pies en las letras de sólida argamasa
y llena de ansiedad por ser memoria
de los que bailan rotos a mi lado
y de otros que presiento desde el ombligo ciego
de esta cárnica noche deslunada,
con la pena reptando hacia sus bocas
mientras buscan excusas a la melancolía
entre los negros posos de un café hospitalario.
Qué no giraré yo, diminuta y mordaz,
si me parió una tierra levógira en el caos
de Gea contra el Sol de la rutina
y sueño en el instante
en que el tiempo me imponga sus manos en la frente
y me volatilice desmembrada
en su calma absoluta.
Hiperbólica yo, desde el temblor,
izándome en puntillas torpemente
por si levanto el vuelo en un descuido
del interno monólogo que me agita vandálico
los caireles del alma.
Bella poesia.
ResponderEliminarBuon sabato
Gracias, Giancarlo, muy amable.
EliminarBuen domingo.