No me pidas que sea cultora del instinto
y me deje llevar por tus locos impulsos,
que mi espalda es tan frágil como lo es tu memoria
y no quiero volver cargando con los dos.
Escribo, sí, para llenar silencios
pero no voy a abrirte el libro de mi vida
cuando no eres capaz de leer entre líneas
que no te sienta bien disfrazarte de lobo
devorador de hembras alunadas
ni es una coartada que te dé resultado
con una como yo.
Deberías saber, a estas alturas,
que me comí el mundo con los ojos
y no quiero cargar en la conciencia
con algún parpadeo que te borre del mapa.
No digo yo que no sepas nadar.
Nadar, bueno.
Nadar, tal vez,
pero para matar y guardar ropa
no has servido nunca.
Y es de eso,
precisamente de eso,
que se trata.
Definitivamente,
no tienes suficiente magnetismo
para dejar mi brújula sin Norte.
De entre los nuevos diría que el que más destaca es éste, evidentemente es una apreciación personal, pero me parece que mantiene esa tensión entre los polos en un equilibrio medido con toda la soltura del mundo y, además, cuenta con uno de esos finales que, simplemente, se queda contigo cuando acabas de leer.
ResponderEliminar¡Un abrazo, Morg! ^_^
Ve tú a saber qué disparador ocasionó esta metralla, reina de mí, pero sólo a vos se te ocurre la disimilitud entre nadar y matar, y ansina agregarle el guardar la ropa.
ResponderEliminarGenia y figura.
Kisses!