Es Octubre.
He superado Agosto una vez más
y soy menos cobarde.
Eppur si muove.
Alguna cosa hay que aún me mueve,
algún gesto trivial que se convierte
en un puente de pétalos,
un perro que me lame con la lengua rasposa,
un hombre que me ladra sin bozal
y muerde sin recato,
alguna marioneta colgada de sus traumas,
algún agónico Maquiavelo,
una hora perdida de íntima soledad.
-Oh, soledad oscura
abarcadora y plena,
cómo echo de menos tu perfil salitroso-
Me siento ajena a los rumores grises,
a las voces cegadas por las interferencias,
a las frases de amor que se repiten,
temblorosos y etéreos los amantes,
hasta que las horadan
las vacían
las pudren.
Y, sin embargo,
puedo quedarme años asomada a mí misma
sin descubrir un verso que deshiele
el enorme glaciar que me ha crecido dentro.
A veces la alegría mira a través de mí
como si no existiera,
pero existo.
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