De tanto darme a luz para tus ojos
no me quedan más velas interiores.
Tenía que pasar en este tiempo
de hogueras de San Juan para el solsticio
renovador del alma.
No es que me rinda, no, ante la muerte,
es que descreo, al fin, de los rituales
que pretenden frenar su advenimiento
porque ya no estás tú para sacarme
a empujones de lúcida palabra
de la equívoca sombra
en que me desintegro.
Sólo a tu ruego salgo a borbotones
como la sangre de una arteria abierta.
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