Cuando no sea yo
y el tiempo no se acuerde
de que reté a la muerte alguna vez
con un largo poema donde apareces tú
como un rojo silbido
reclamando atención.
Cuando no sea yo más que el boceto
de una idea en el aire, y tú no escuches ya
el silencio de las constelaciones,
(yo no voy a olvidarte, olvídate)
me meteré en tu piel
toda vértigo yo dentro de ti
para perderme en Kenya, a ser posible.
Un latido de pájaros
o un enjambre de avispas en el pulso
me indicará que llegas
a pedirme lo tuyo, mientras te enjugo el llanto.
Abriré cualquier noche y aparecerás tú,
de nuevo el sitio donde sufro y canto.
Comentarios
Publicar un comentario