Primero fue el amor, después el erotismo que en mí pasa por destruir el concepto de amado, porque no encuentro deseable su ideal romántico.
Yo elongo el paisaje amoroso y sensualizo su temporalidad y él me responde con una violencia paradójica entre efímera y eterna, que ignora la ética cuando me saquea o manipula hasta la náusea.
Como si no existiera el tiempo cuando me detengo a pensarlo, sólo el ritmo de mi necesidad reflejándose en la suya, soy una especie de entomóloga que prefiere sentir y sorprenderse en la vivisección de la caricia que aún pueda asombrarme.
Comentarios
Publicar un comentario