A ti se te amontonan las batallas
entre pecho y espalda
como sagitas tensas disparadas
desde la misma entraña del desastre.
Da lo mismo el lugar
en que tu cuerpo caiga derrotado
por el grave cansancio de la carne
porque tu mente continúa alerta
y son muchos insomnios
los que acumulas cotidianamente.
Tú no sabes vivir más que enfrentando
tu propia concepción de lo que es lucha
y los demás
miramos como pasa
el vendaval furioso que generas
conteniendo el asombro emocionado
o la envidia siniestra por tu hombría.
Tú no eres el único alunado
pero si te desangras boca arriba
con la vista manchada de horizontes
y el índice dispuesto en el gatillo,
sí eres de los pocos
que se juegan la vida por amarla.
No escribas tu futuro
antes de que suceda.
El amor es la fuerza que
sin sexo
te ha marcado los pasos,
la que insuflas a otros que se apoyan en ti.
El resto es la experiencia de los solos
que mastican el odio como venga,
y de eso sé yo
un rato largo.
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