Molto vivace.





 
Se queja de mi sombra, yo me quejo
de la suya jugándose la vida,
y de mi soledad en la prohibida
tierra de nadie por la que me alejo.

Me quejo a gritos mientras le aconsejo
sobre la forma de drenar la herida,
aunque le vea con la fe perdida
y arañando nocturno mi reflejo.

Me quejo de su vuelta a los infiernos
y él de mi pasión por los inviernos
feraces en carámbanos de llanto.

Me quejo si no escribe y si no escribo,
se cierra amargamente por derribo.
Ambos queremos más teniendo tanto.
 

 
No pretendas que yo te alabe el gusto
y admita al Hyde traumado de obsesiones
que susurra en tu oído las razones
que me han de llevar de susto en susto.

Ni se te ocurra darme otro disgusto
de los que soliviantan corazones,
porque se acaben las motivaciones
con las que a tu intelecto desajusto.

Ande, don dualidad, no sea "malqueda"
que se amontonan Jeckylls en la greda
que pisa mi exultante donosura.

Triste y alegre soy, veleta al viento
ante el abrumador advenimiento
de tus manos en torno a mi cintura.
 
 

 
Qué poco puedo darte en un poema,
ni agua, ni pasión, ni pan, ni techo,
ni la boca que duerma por derecho
sobre la cama de tu estratagema.

Qué poco, corazón, cuánto dilema
para poder llegar hasta tu pecho
y hacerte mi rehén cuando maltrecho
tengas que contestar a mi erotema.

Porque, piénsalo bien, de interrogantes
estamos bien surtidos como amantes
y hasta como enemigos, codo a codo.

Mas cada vez son menos las respuestas
que me quedan por darte y ¿Qué te apuestas
a que antes de morir te entrego todo?.
 
 
 
 
No te enamores nunca de una bala
ni te hagas partidario de la soga
que te ata al peligro enhoramala,
salvo que te ate a mí como a una droga.

Deja que broten lirios de las tumbas
que nos tiene dispuestas el futuro,
que yo no tendré prisa si derrumbas
el panteón del sueño más oscuro.

De una bala jamás. Llegado el caso
habré de enamorarme paso a paso
de la que tú te tengas prometida.

Y que nos vuele a ambos la memoria,
porque al final, ya me dirás qué gloria
sería estar sin ti en esta vida.

 
 
 
El Jeque está cansado. Se acumulan
en sus arenas cuitas y tensiones,
pero siguen en pie las emociones
que ni credos ni leyes estabulan.

El Jeque se dispara si me mira
bailar sobre un alambre peligroso
o embarrarme en terreno pantanoso
cuando se lo merece la mentira.

El altanero Jeque me perdona
la vida cuatro veces por semana
aunque muera en silencio por matarme.

Y yo no le perdono la mañana
en la que bruscamente me abandona
porque no tiene risas para darme.
 


 
Crece imparable en su talento, crece
su perfección letal y transmisiva
y la emoción se crece, recidiva,
en cada verso que su mano mece.

Yo no sé qué decirle. Me parece
que su palabra es una garra viva
que se clava en mi espalda y, emotiva,
sobre mi nuca habla y se estremece.

Y no hace falta ni quebrar la sombra
porque no nos separa si me nombra
y mi nombre es la llave de su puerta.

Estoy brotando roja si me invoca
-acariciando el borde de su boca-
como la sangre de una herida abierta.









Comentarios

Antología Ultraversal. Poética del Arrebato. Edit. Libros en Red.

Antología Ultraversal. Poética del Arrebato. Edit. Libros en Red.
Este libro es un perfecto ejemplo de cómo autores de diferentes etnias, nacionalidades, costumbres, educación y condiciones sociales pueden llegar, a través de un mismo idioma, a congeniar poética y humanamente desde su particular idiosincrasia. Está dirigido tanto a los lectores amantes de la poesía de nuestro tiempo como a los que se inician en cualquier camino literario, y también a los interesados en la riqueza léxica del español, a los traductores y a todos aquellos que deseen ampliar sus conocimientos sobre la enorme diversidad de idiomática de los países hispanoparlantes. Es una brillante alianza intercultural a través de la palabra como nexo artístico. Un libro de identificación y búsqueda, escrito para abrir puertas y ventanas emocionales de vital sugerencia en las paredes de cada intimidad.

¿Cuántas realidades hay?

¿Cuántas realidades hay?
Neuromante, emocionauta y hasta una broma digital llegado el caso, pero yo que le leo y le siento y me enfrío o me caliento sin posibilidad de escape ante su voz, digo que ahí hay un hombre único que crea realidad y se recrea a sí mismo en la palabra y se define entre lo abstracto y lo concreto y ocurre en mí de la misma forma en que yo puedo ocurrir en él, con la fugacidad de una brutal quemadura que al enfriarse deja una cicatriz indeleble en la piel.La palabra crea la emoción y la emoción es la realidad más pura, más intensa, más exacta del hombre, la que mueve el mundo para bien y para mal.No hay nada que no se pueda expresar cuando se siente, porque, incluso si se tratara de un mero ejercicio intelectual de un autor talentoso, desde el momento mismo de escribirlo está creando la tensión que lo hace real para el que lo recibe y siente al recibirlo. Lo único que podría matar su extrema realidad, sería su silencio.

Nautas

Akhenazi. Espacio a tu costado.