Novena lunecida.

 
 
 
 
Nunca mires al cielo si no quieres
sentirte como un pez en su pecera.
Algo cruel sucede en primavera
cuando el aire se inunda de alfileres
que caen desde una luna vocinglera.
 
 
I
 
Para después de ti, tu frente quiero,
con todo lo que guarda en la memoria,
tu frente diluvial para mi gloria,
para mi frente abierta a tu aguacero.
 
Para después de ti, hondo venero,
tu boca transitiva y migratoria,
creadora de alas en mi historia,
para después de ti, tu boca espero.
 
Porque después de ti, sombralunado,
luna adentro tu nombre en mi costado,
refundaré tu sombra bajo el cielo.
 
Que solamente tú, que sol-a-mente
podrás, después de ti, ambivalente,
ocupar tu vacío en mi desvelo.
 
II
 
no levantes los ojos contra mí
por no ver la otra cara de la luna
ni me ladres rabioso como un perro asustado
en la potencia oscura del ladrido
que yo no soy culpable de que el sol
me alumbre solamente la barbarie
y me deje en penumbra de ternura
porque sea el aullido
 
cúlpame de la sangre
cuando cruza mi cara su estallido
y del desierto en el que llueven púas
sobre el pétreo silencio de arenisca
en que te has convertido
 
no me culpes a mí de estar colgada
de un cielo que me abduce malherido
ni me ignores de día por no verme
con tu sexto sentido
 

III

 
 
Como la luna estás, hasta de día,
librepensando luz en los altares
de la noche, y en mí, caricia impía
con que me eriza de lujuría fría
la cara oculta de tus lupanares.
 
Larga lengua de ofidio venenoso,
picadura mortal de platahielo,
rielas en mis ojos perezoso,
cada noche vernal en que celoso
amotinas mi cama en tu desvelo.
 
Como la luna tú, ensimismado
en maliciar mareas vespertinas,
te engolfas en mi mar, acompasado
al íntimo latir de mi costado.
Centinela de guardia en mis esquinas.
 
 
IV
 
Con la vida en los labios me besa un hombre
como si se le fuera la muerte en ello
sin espera, sin pausa, sin intervalo.
Con la lengua instintiva me lame el nombre
y su huella es un salmo sobre mi cuello
que proclama en mi nuca: Soy hombre y malo.
 
El que no quiere a nadie, quiere quererme
hecho punta de lanza de lo imposible,
si inmunizo mi luna ante sus venenos.
El que no se persigna si viene a verme
me está queriendo terco e inamovible
como quieren los malos cuando son buenos.
 
 
V
 
Ardida o apagada pero despierta
con los ojos abiertos en el espacio.
Opaca o esplendente, sólo una incierta
razón para la noche, sin ella muerta.
Luna por las alcobas de tu palacio.
 
Satélite de soles desasombrados
por ejercer mi voto de claridad,
 otras son las gigantes, sus rojos hados
ni perdonan la lista de mis pecados
ni precisan jirones de mi piedad.
 
 
VI
 
Si no reflejo el sol me voy velando
como una luna amarga, dura, altiva,
que ha guardado sus muertos en la maleta oscura
de la sabiduría
porque de nada vale añadir cargas viejas
a la siempre onerosa de caminar erguida
y mantener la altura con tanto golpe bajo
sin que se desencaje la sonrisa.
 
Me difumino a solas, solamente,
como un borrón de tinta sobre el agua,
desesperadamente me abro a un cielo
que es sordo, ciego y mudo a mi llamada.
 
Tan alta que no puedo ni tocarme,
tan triste como un ave en una jaula,
sin soga que me ate a mi presente
ni hombre que por mí ponga la cara.
 
Que el mundo que me mira tome nota
esta noche no hay luna en la ventana.
 
 
VII
 
muérdeme desde dentro
como si fuera un fruto prohibido a la mirada
para que nadie note cómo duelen
tus dientes en la piel de mi esperanza
para que nadie observe mi frágil cobertura
y no me tengan lástima
 
abofetéame en la mejilla oculta
que nunca muestro al sol ni a su venganza
y en la ambición que guarda mi secreto
en la profundidad de la garganta
 
golpéame en el verde de los ojos
y que se vuelvan negros de distancia
y que se pare el mundo si te mato
cuando te bese el alma
 
 
VIII
 
 
Cómo estará la luna que ahora vemos brillante
cuando seamos grises
y la paz nos reúna,
porque exista una tregua
en la asfixiante guerra que ambos mantenemos
con nuestro propio cuerpo rebelado
en medio de la vida que nos muerde.

Cuando me quede sola como un perro
rodeada de egoísmos,
me tenderé a la sombra de tus crímenes
por hacerte olvidar lo desaparecido
y dejes de apretar los puños al mirarme.

No vas a consentir que se me corra el rimmel
llorando por lo muerto,
ni yo que la tortuosa cicatriz
que te cruza la frente en vertical,
me distraiga de hundirme en tu mirada,
como en el negro mar
del que nunca debimos de salir.

Mientras tanto
me mudo al aire,
para que me respires a escondidas.






IX


Yo te salvo la vida, tú me la matas
cada vez que te pierdes sin dejar huella.
Yo soy luna de día, tú alguna estrella
que ha soñado, distante, que me rescata.

No me pidas que sea luna sensata
y espere hasta la noche para ser bella,
si tu sol no me alumbra como centella
mi corazón de luces se desbarata.

En qué combate estás cuando yo te extraño,
a quién vas a salvar de su propio daño
mientras mi duermevela sin ti se duele.

Cómo desesperar sin que te des cuenta
si tu luz es la única que calienta
la esperanza que impide que me congele.





Comentarios

Antología Ultraversal. Poética del Arrebato. Edit. Libros en Red.

Antología Ultraversal. Poética del Arrebato. Edit. Libros en Red.
Este libro es un perfecto ejemplo de cómo autores de diferentes etnias, nacionalidades, costumbres, educación y condiciones sociales pueden llegar, a través de un mismo idioma, a congeniar poética y humanamente desde su particular idiosincrasia. Está dirigido tanto a los lectores amantes de la poesía de nuestro tiempo como a los que se inician en cualquier camino literario, y también a los interesados en la riqueza léxica del español, a los traductores y a todos aquellos que deseen ampliar sus conocimientos sobre la enorme diversidad de idiomática de los países hispanoparlantes. Es una brillante alianza intercultural a través de la palabra como nexo artístico. Un libro de identificación y búsqueda, escrito para abrir puertas y ventanas emocionales de vital sugerencia en las paredes de cada intimidad.

¿Cuántas realidades hay?

¿Cuántas realidades hay?
Neuromante, emocionauta y hasta una broma digital llegado el caso, pero yo que le leo y le siento y me enfrío o me caliento sin posibilidad de escape ante su voz, digo que ahí hay un hombre único que crea realidad y se recrea a sí mismo en la palabra y se define entre lo abstracto y lo concreto y ocurre en mí de la misma forma en que yo puedo ocurrir en él, con la fugacidad de una brutal quemadura que al enfriarse deja una cicatriz indeleble en la piel.La palabra crea la emoción y la emoción es la realidad más pura, más intensa, más exacta del hombre, la que mueve el mundo para bien y para mal.No hay nada que no se pueda expresar cuando se siente, porque, incluso si se tratara de un mero ejercicio intelectual de un autor talentoso, desde el momento mismo de escribirlo está creando la tensión que lo hace real para el que lo recibe y siente al recibirlo. Lo único que podría matar su extrema realidad, sería su silencio.

Nautas

Akhenazi. Espacio a tu costado.