Yo le daba un hachazo en mitad de la frente
y si manaba agua, le clavaba tres versos
y llegaba la sangre corriendo hasta su boca
y las palabras, todas, eran venablos rojos.
Yo pelaba granadas y las bañaba en vino
y miel de almendra amarga,
se las daba a comer como si fuera yo
servida en una mesa de furiosos vocablos,
mientras miraba cómo iba escribiendo
mi dulzura engañosa
y el duro corazón de la semilla.
Yo,
que a su contacto me petrificaba,
me sorprendí besando sus tendones en vuelo
sobre el papel en blanco.
y si manaba agua, le clavaba tres versos
y llegaba la sangre corriendo hasta su boca
y las palabras, todas, eran venablos rojos.
Yo pelaba granadas y las bañaba en vino
y miel de almendra amarga,
se las daba a comer como si fuera yo
servida en una mesa de furiosos vocablos,
mientras miraba cómo iba escribiendo
mi dulzura engañosa
y el duro corazón de la semilla.
Yo,
que a su contacto me petrificaba,
me sorprendí besando sus tendones en vuelo
sobre el papel en blanco.
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