Apagaste la luz.
No hay luces en tu costa,
y sin embargo,
como el mar te adivino
si te acaricio el borde de la pena,
la rompiente del labio,
con el frío cauterio
de una lengua salina.
y sin embargo,
como el mar te adivino
si te acaricio el borde de la pena,
la rompiente del labio,
con el frío cauterio
de una lengua salina.
Soy una inmensidad ensimismada
en socavar tus límites,
la otra soledad que cierra el círculo
murmurando vaivenes en tu oido de piedra,
y a falta
de algún sol de bolsillo,
reverberan en mí todas las lunas.
en socavar tus límites,
la otra soledad que cierra el círculo
murmurando vaivenes en tu oido de piedra,
y a falta
de algún sol de bolsillo,
reverberan en mí todas las lunas.
Sobresáltate,
escúchate el latido
y deja de esperar a las gaviotas
que son ratas del aire.
escúchate el latido
y deja de esperar a las gaviotas
que son ratas del aire.
Levántate de ti.
Te aceleran el pulso mis delfines.
Te aceleran el pulso mis delfines.
Que gran empatía y donación, creo que eso sólo se puede llamar AMOR!!! Bueno, por eso es tan hermoso amar y ser amado. Un abrazo, escribes muy lindo amiga!!!
ResponderEliminarNo es precisamente un poema de amor al uso, pero supongo que puede derivar en esa interpretación.
EliminarMe alegra mucho que te gustara, Paty, hermosa.
Muchas gracias por cuanto dices.
Namasté.
Muy hermoso poema.
ResponderEliminarUn saludo y muchas gracias.
Gracias, Antonio, muy amable.
EliminarNamasté.
En la oscuridad también se presiente...
ResponderEliminarDonde más se presiente, Darío. Sin luz son otros sentidos los que funcionan, claro.
EliminarNamasté.
En el apagón propio el impulso ajeno, y si no solar potencia mayor, reunión de lunas. Hora de levantarse. Lucir nuevamente. Saludos
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