Bandera.

A Morticia

Levanta la bandera de la vida

porque no tienes otra.

Abrázate al dolor y olvídalo,

entrégate al del otro que está cerca.

Mira a tu alrededor

¿Qué es lo que ves?

Gente que viene y va por la acera del viento

esquivando tormentas

y que saben, igual que tú y que yo,

que morirán un día, de una cosa o de otra,

indefectiblemente,

unos antes que tú, otros después,

sin que el mundo se pare.

No le des importancia a lo que no la tiene,

hay miles de maneras de ser fértil

y dejar el cansancio

sembrado en las cunetas de la ausencia,

porque florezcan besos

-hordas de besos dulces-

que regalar a quien los necesite.

Sé la boca que sane su tristeza.

Acaba de romper los cuatro espejos

que tienes en tu casa,

y mírate en los ojos de un hombre que te quiera,

de un niño que te quiera,

de una mujer,

de un perro,

aprende a verte sólo por sus ojos,

sabrás de tu hermosura.

Sé triste en el papel

si quieres cobijarte en tu melancolía

y complacerte, mansa, en la desgracia,

pero en la vida ¡Vive!

porque no tienes otra

y si no le sonríes y te escondes en tí,

es que no la mereces.

Nadie tiene la culpa de lo que nos ocurre

te lo dice otra loca con el presente frágil

y el futuro en la inopia.

Hagámoslo más fácil para los que nos quieren,

es parte de la entrega y lo único

que merece el esfuerzo.

Llega tarde a las fiestas,

pero no llegues tarde a encontrarte contigo,

porque puedes perderte,

y eso sí que sería realmente una pena,

una auténtica pena.