No creo ni en mí misma,
porque ya no soy más que el sordo estrépito
vencido en la distancia,
de una ciudad sin luz,
anestesiada
de tanto anonimato,
que siente un hueco enorme
donde debiera estar el corazón.
La rémora verbal que rima lo pretérito
de sus feraces fieras interiores
a falta de presente.
ResponderEliminarYo sí, siempre te creo, respírote versal, mujer omnipresente, la lengua descreída de su voz, el almario profundis. Y además no sabría conversar tus palabras sin quererte...
Kisses
Pues no te arriendo la ganancia, compañero.
EliminarLo he dicho hasta en verso, lo mío es mentir como sólo sabemos mentir las verdaderas.
Un beso, Manuel, y gracias.