En las palabras bebo la absenta
y fumo el opio del afligido,
mato pasados de compraventa
rozo el olvido.
En su grafía semiinconsciente
brillan retazos de mi experiencia.
Me dan la llave del claustro hiriente
de la conciencia.
Las letanías del duermevela
y las alarmas del centinela
que guarda el alma de mi sigilo.
Me dan el láudano de la lengua
y un jeroglífico que no mengua.
Me alzan en vilo.
y fumo el opio del afligido,
mato pasados de compraventa
rozo el olvido.
En su grafía semiinconsciente
brillan retazos de mi experiencia.
Me dan la llave del claustro hiriente
de la conciencia.
Las letanías del duermevela
y las alarmas del centinela
que guarda el alma de mi sigilo.
Me dan el láudano de la lengua
y un jeroglífico que no mengua.
Me alzan en vilo.
Há que se achar lindoooo parabéns Pedro Pugliese
ResponderEliminara veces me pasa, que la palabra me irrita, se alza independiente de mi soberbia pluma... un saludo
ResponderEliminarClaro, Anabel, una sabe donde empieza pero jamás sabe en qué va a terminar cuando escribe el impulso.
ResponderEliminarEstuve por tus Notas de campo, tan inquietas y tan llenas de palabras y te agradecí lo del Blog de la semana que quedó enlazado con el tuyo.
Un abrazo y por allí me tendrás.
Gracias Pedro, me alegra que te gustara.
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