Yo que vengo de vuelta del baile de la vida
y que a ras de la muerte descanso, me someto
de palabra y de obra, cáustica boquiherida,
al cuchillo que el tiempo afila en un soneto.
Tú que ordenas la muerte en cada acometida
y la tiendes en prosa húmeda de alfabeto,
que sueñas la pistola ansiosa del suicida
y no eres tú si cantas amores en secreto.
Para qué nos miramos con deseo en los ojos,
por qué nos arrancamos las penas a manojos
y llenamos de espinas la tumba del amor.
Si somos dos pedradas en la sien del instinto,
hondas, alucinadas, ebrias del verso tinto
que empozoña la lengua donde acecha el dolor.
y que a ras de la muerte descanso, me someto
de palabra y de obra, cáustica boquiherida,
al cuchillo que el tiempo afila en un soneto.
Tú que ordenas la muerte en cada acometida
y la tiendes en prosa húmeda de alfabeto,
que sueñas la pistola ansiosa del suicida
y no eres tú si cantas amores en secreto.
Para qué nos miramos con deseo en los ojos,
por qué nos arrancamos las penas a manojos
y llenamos de espinas la tumba del amor.
Si somos dos pedradas en la sien del instinto,
hondas, alucinadas, ebrias del verso tinto
que empozoña la lengua donde acecha el dolor.
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Belas e forte são tuas palavras Pedro Pugliese
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