Tú le llamas amor,
-descarnizadamente-
con esa ironía del que sufre
el mal por infortunio
y apenas lo que dicta el corazón
lamiendo las heridas
de la voz enquistada entre lamentos.
O la mujer que llora soledad
entre los cauces secos de algún río,
como si fuera fácil desunir
del cuerpo nuestra mente,
la fiebre que ilumina la salud
contigo en bienestar y otra dentro.
Sé la furia, la dermis solitaria
bajo piel; sin dejar de sonreír
partículas de luz
en siluetas de sueño.
Y préstame las alas
para pintar los versos con tu azul,
éter exuberante
y ábrete a la vida sin dolor,
a fuerza de tu ser
y dioses femeninos de tu mano.
(Manuel M. Barcia)
Va a ser que sí,
que corren malos tiempos para escribir caricias
y volver a la piel enamorada.
Que ya no queda espacio para el beso
y dudamos de si resucitar
de tanta muerte absurda
tiene alguna ventaja
y merece la pena encarnizarse
forzando el boca a boca.
Probablemente ya, va a ser que sí,
que esta cotidiana febrícula vernal
no tiene consecuencias y aunque tiembles,
no va dejarte huellas en la nuca,
ni a preñarte de sol extemporáneamente.
Que no quedan orgasmos que llorar
a borbotones cálidos.
Va a ser que sí,
y desaparecer
empieza a ser la opción
que va ganando puntos en el ranking.
Créeme, no es difícil.
(Morgana de Palacios)
Frontera del abrazo inexistente
el resplandor de ti
que nunca ciega...
Las palabras perdidas
y tú en mi secreto
en el margen de todo,
inmóvil,
la intuición de vivir
lo apacible sin fecha.
Es posible que sí,
como si fueras
quietud en mi delirio.
(Manuel M. Barcia)
Tú mi me contigo...
ResponderEliminarArdíamos los dos el instinto del fuego.
Nunca lo olvidaré, robota. Un abrazo grande.
sin palabras que añadir
ResponderEliminarPRECIOSO.
Besos
Yo tampoco, Manuel, yo tampoco.
ResponderEliminarGracias a tí, poeta.
Muchas gracias, Inma, me alegra que te gustara el poema.
ResponderEliminarUn abrazo.