Para que no te duela, te voy dejando ir
a través de las dudas que te enervan la calma.
Perdóname si ayer no te quise sentir
porque no me dolieras en la hondura del alma.
No te puedo llenar de luces la pupila
en medio de este caos de pútridos resabios
y me limito a ser la última en tu fila,
como tú te limitas a sangrarme en los labios.
El mundo se transforma mas sigue siendo el mismo
que sueña exterminarse, loco de inconformismo,
y ahora, más que nunca, está la suerte echada.
No quedan Rubicones para cruzar a nado
ni punto de retorno, pero estaré a tu lado
hasta que Dios decida cegarme la mirada.
Gostei muito e que assim seja !!!Pedro Pugliese
ResponderEliminarAsí será, seguro.
ResponderEliminarQue te guste, me gusta.
Nos vemos, Pedrito.