Mi enemigo brilló como una espada
bruñida por la mano de un deseo
que abrió mi corazón al apogeo
de la batalla oculta a la mirada.
Todo brillo, brilló mientras moría,
relámpago en la piel de mi pasado.
Con su palabra declarada mía,
sin quererme matar, me ha rematado.
Gostei muito parabéns Pedro Pugliese
ResponderEliminar