Estaba el hombre asomado
al brocal de mis anhelos,
espérame, me decía,
aguántame que ya vengo,
que se está matando el mundo
a este lado del infierno
y he de pararle la mano
antes de que nazcan muertos.
Estaba el hombre colgado
-en un sinvivir-viviendo-
del trapecio de mi lengua,
equilibrista en el tiempo
de los vaivenes de sombras
que mecen los sentimientos
impulso de leopardo
entre gatos callejeros
que se enzarza con la vida
como un suicida confeso
atleta de paso largo
para un maratón de lentos
vampiros emocionales
del ímpetu de su aliento
Estaba el hombre agotado
de empaparse en aguaceros
sin cobijo para el alma
ni guarida para un sueño
como un animal huraño
electrizante ambidextro
dilatándose en mis ojos
besándome los silencios
con el hambre de un tornado
que abduce todos los miedos
si la realidad le deja
virtualizarse en mi espejo
más allá de que seamos
literatura en el viento.
al brocal de mis anhelos,
espérame, me decía,
aguántame que ya vengo,
que se está matando el mundo
a este lado del infierno
y he de pararle la mano
antes de que nazcan muertos.
Estaba el hombre colgado
-en un sinvivir-viviendo-
del trapecio de mi lengua,
equilibrista en el tiempo
de los vaivenes de sombras
que mecen los sentimientos
impulso de leopardo
entre gatos callejeros
que se enzarza con la vida
como un suicida confeso
atleta de paso largo
para un maratón de lentos
vampiros emocionales
del ímpetu de su aliento
Estaba el hombre agotado
de empaparse en aguaceros
sin cobijo para el alma
ni guarida para un sueño
como un animal huraño
electrizante ambidextro
dilatándose en mis ojos
besándome los silencios
con el hambre de un tornado
que abduce todos los miedos
si la realidad le deja
virtualizarse en mi espejo
más allá de que seamos
literatura en el viento.
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