Con qué violenta hermosura
tus realidades me arrasan.
Qué Kirlian autoexigente
hay detrás de tu mirada,
qué ojos en lo invisible
fotografían el aura
bellísima del espanto
y la convierte en palabras
que graban en mis retinas
los recovecos del alma.
Con qué aparente inclemencia
me atraviesan sus espadas.
Qué tira y afloja tiene
tu boca desarraigada,
cárcel de las claridades
que en mi oscuridad se ensancha
y ocupa el sitio del sol
de medianoche en la taiga
de mi asombro de mujer
hasta que se anuncia el alba.
Que disparate arcangélico
me endemonia la garganta
si tu nombre de Babel
en las sienes se me instaura
alien de ferocidades,
con esa manera extraña
de lubricarme la piel
con la lengua desatada.
Paradójico cauterio
que hace de la herida, llaga.
No hay repuesto para tí
-la hombría no se recarga-
ni hay ojos como tus ojos
ni boca con tu palabra
ni mano como tu mano
erizándome la espalda.
No hay repuesto para tí
ni muda para tus sábanas.
Con qué violenta hermosura
tus realidades me matan.
Me apasiona leerte en romance, Morg, y eso que no te gustan ayyy. Pero claro el talento es el talento.
ResponderEliminarEmociona recordar los "psicoámbitos"
Qué gustazooooooo
El romance es bueno si el detonante es bueno. De eso sabemos tú y yo un rato largo.
ResponderEliminarEl gustazo es mío por compartir contigo.
Un achuchón, poetaza.