(Llego con tres heridas
la del amor, la de la muerte, la de la vida)
Miguel Hernández
Porque mi hambre
no se sacia jamás,
envidio a la anoréxica de turno
que se autofagocita satisfecha
y acaba levitando sobre la letra ajena
y la miseria propia.
Qué más quisiera yo que ser incólume
ante la tentación
que supone la vida en su tragedia
expuesta obscenamente
al apetito
con sus frutos sangrantes
seduciendo mis dientes.
Qué me puede salvar sino el mordisco.
Cómo negar que soy
secretamente
la monstruosa herida
que a ciegas alimento.
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