Me han puesto un caramelo al borde de la boca
que se acidula huraño si lo miro con hambre,
acerba golosina que no echará raigambre
entre las dos histerias labiales de una loca.
Acíbar transparente, puro cristal de roca,
se ablanda alguna vez húmedo en mi saliva
y me contagia el virus de una hiel adictiva
que a golpe de eriales se me instaura en la piel.
Amargo como el vicio por un hombre cruel
al que lamer despacio con la lengua abrasiva.
que se acidula huraño si lo miro con hambre,
acerba golosina que no echará raigambre
entre las dos histerias labiales de una loca.
Acíbar transparente, puro cristal de roca,
se ablanda alguna vez húmedo en mi saliva
y me contagia el virus de una hiel adictiva
que a golpe de eriales se me instaura en la piel.
Amargo como el vicio por un hombre cruel
al que lamer despacio con la lengua abrasiva.
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