Dime a qué que no sea al desarraigo,
voy a aferrarme desde que te has ido.
Quien va a frenar el mundo desabrido
delante de mi cuerpo, si me caigo.
Dime como imitar la leve risa
que dejaste colgada en el armario
y la electricidad del sol diario
que acalambraba bajo tu camisa.
Y para qué escribir versos de arcillas
con lapiceros de desasosiego
y con divina claridad de ciego
llenar de oscuridades las cuartillas.
Quién que no seas tú, idiota sin horario,
va a atarme con las letras del loco abecedario
que inventaste en las noches que aúllan los chacales.
Quién creará los dioses que peinaban mi pelo
con el peine de asombro de las púas de hielo,
y sin tener tu boca, vendrá con tus modales
y un compás de surfista en olas liberales
a deslizar poemas salados por mi espalda;
quien contará las lunas dormidas en mi falda.
Quién, que no seas tú, traerá tus iniciales.
voy a aferrarme desde que te has ido.
Quien va a frenar el mundo desabrido
delante de mi cuerpo, si me caigo.
Dime como imitar la leve risa
que dejaste colgada en el armario
y la electricidad del sol diario
que acalambraba bajo tu camisa.
Y para qué escribir versos de arcillas
con lapiceros de desasosiego
y con divina claridad de ciego
llenar de oscuridades las cuartillas.
Quién que no seas tú, idiota sin horario,
va a atarme con las letras del loco abecedario
que inventaste en las noches que aúllan los chacales.
Quién creará los dioses que peinaban mi pelo
con el peine de asombro de las púas de hielo,
y sin tener tu boca, vendrá con tus modales
y un compás de surfista en olas liberales
a deslizar poemas salados por mi espalda;
quien contará las lunas dormidas en mi falda.
Quién, que no seas tú, traerá tus iniciales.
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