Atarse por gusto al sonido de un metro supone,
la vuelta de tuerca divina que reta al talento.
No todos buscamos lo mismo ni a nadie se impone,
mirar con mirada distinta los rostros del viento.
La música late en el aire: suspiro y tormenta,
relámpago y rayo en el cielo de las armonías,
rebeldes tambores que incitan a la guerra cruenta
que a solas mantengo en la tierra de sus melodías.
No existe alambrada, ni muro, ni oscura frontera,
que yo no atraviese buscando prohibidas canciones.
Mi boca es soldado de guardia desde su trinchera,
mi sangre tumulto en la esencia de sus vibraciones.
Si presa por gusto, liberta de alas gloriosas
persigo la huella de Orfeo sobre el pentagrama,
mi vuelo es el vuelo brillante de las mariposas,
mi voz envenena a la prosa, cuando se derrama.
la vuelta de tuerca divina que reta al talento.
No todos buscamos lo mismo ni a nadie se impone,
mirar con mirada distinta los rostros del viento.
La música late en el aire: suspiro y tormenta,
relámpago y rayo en el cielo de las armonías,
rebeldes tambores que incitan a la guerra cruenta
que a solas mantengo en la tierra de sus melodías.
No existe alambrada, ni muro, ni oscura frontera,
que yo no atraviese buscando prohibidas canciones.
Mi boca es soldado de guardia desde su trinchera,
mi sangre tumulto en la esencia de sus vibraciones.
Si presa por gusto, liberta de alas gloriosas
persigo la huella de Orfeo sobre el pentagrama,
mi vuelo es el vuelo brillante de las mariposas,
mi voz envenena a la prosa, cuando se derrama.
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