por los bolsillos rotos de mi rota memoria,
si eres olvido antes de germinar semilla
en el recuerdo vivo, la simple avanzadilla
de otros que dejarán sus bocas en mi historia.
Nunca he sabido cuándo, ni cómo, ni porqué
un hombre me arrebata y otro me deja fría.
Si sé que es necesario que ponga en mi su fe
y se ajuste a mi cuerpo sin hacer hincapié
en descubrir la causa de mi melancolía.
Los ojos de tuareg de un hombre en su desierto,
me dicen mucho más que cien miradas tuyas
oblícuas seductoras de interrogantes puyas.
Qué más da si no estás, si llegas vivo o muerto,
siempre serás un hombre al descubierto.
No hace falta que huyas.
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