Qué no giraré yo, hija del vértigo,
de liviana y mutable geometría
con los pies en las letras de sólida argamasa
y llena de ansiedad por ser memoria
de los que bailan rotos a mi lado
y de otros que presiento desde el ombligo ciego
de esta cárnica noche deslunada,
con la pena reptando hacia sus bocas
mientras buscan excusas a la melancolía
entre los negros posos de un café hospitalario.
Qué no giraré yo, diminuta y mordaz,
si me parió una tierra levógira en el caos
de Gea contra el Sol de la rutina
y sueño en el instante
en que el tiempo me imponga sus manos en la frente
y me volatilice desmembrada
en su calma absoluta.
Hiperbólica yo, desde el temblor,
izándome en puntillas torpemente
por si levanto el vuelo en un descuido
del monólogo interno que me agita
los caireles del alma.
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de liviana y mutable geometría
con los pies en las letras de sólida argamasa
y llena de ansiedad por ser memoria
de los que bailan rotos a mi lado
y de otros que presiento desde el ombligo ciego
de esta cárnica noche deslunada,
con la pena reptando hacia sus bocas
mientras buscan excusas a la melancolía
entre los negros posos de un café hospitalario.
Qué no giraré yo, diminuta y mordaz,
si me parió una tierra levógira en el caos
de Gea contra el Sol de la rutina
y sueño en el instante
en que el tiempo me imponga sus manos en la frente
y me volatilice desmembrada
en su calma absoluta.
Hiperbólica yo, desde el temblor,
izándome en puntillas torpemente
por si levanto el vuelo en un descuido
del monólogo interno que me agita
los caireles del alma.
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De Isabel Reyes.
Nos debemos verdad. Somos el grito
en cruz de la demencia. No hemos sido
mas que noños juglares con piropos
azules, perfumados, consabidos.
Porque en vez de encender nuestros poemas
como antorchas de fuego,
en vez de alzar el vuelo hacia lo alto,
nuestro canto, Morgana, se ha podrido
como el cubo de cal que se abandona
al llanto de la lluvia en el corral vacío.
Nunca es tarde. Empecemos
a izarnos de puntillas
desde el dolor del centro, golpe a golpe,
los dientes apretados y el martillo
en el yunque, la denuncia en la boca
enfrentando la vida...y en peligro.
en cruz de la demencia. No hemos sido
mas que noños juglares con piropos
azules, perfumados, consabidos.
Porque en vez de encender nuestros poemas
como antorchas de fuego,
en vez de alzar el vuelo hacia lo alto,
nuestro canto, Morgana, se ha podrido
como el cubo de cal que se abandona
al llanto de la lluvia en el corral vacío.
Nunca es tarde. Empecemos
a izarnos de puntillas
desde el dolor del centro, golpe a golpe,
los dientes apretados y el martillo
en el yunque, la denuncia en la boca
enfrentando la vida...y en peligro.
Me encantan tus poemas y la velocidad con que los escribes.
ResponderEliminarUn beso y ¡FELIZ AÑO NUEVO!
¿Por eso has desaparecido de mis seguidores?
ResponderEliminarQué raro es todo esto de los blogs, no estoy acostumbrada yo a estos tejemanejes. (ríome).
Y no, no escribo a las velocidades que crees, sino que recopilo poemas escritos a través de unos cuantos años y otros que van surgiendo en el momento actual.
Te agradezco la opinión que te merecen y también te deseo un 2012 pleno.
Mi ojo en tu ojo, Juan Ignacio.