Quien ha besado el rostro de lo inerte
no teme las pedradas del gentío.
Quien ha vertido de su sangre un río,
no escucha la amenaza de la suerte.
Sólo el sufriente sabe
lo dulce que es la muerte.
no teme las pedradas del gentío.
Quien ha vertido de su sangre un río,
no escucha la amenaza de la suerte.
Sólo el sufriente sabe
lo dulce que es la muerte.
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