Yo leo, leo, leo y sonrío, he de reconocer que con la boca torcida.
Mi abuela diría: marquesa, a eso se le llama estar jodida pero contenta.
El uno que dice Roma porque ni vuelto a nacer nombra la palabrita fatídica, aunque se esté rajando en cada letra, porque no sabe cómo encajártelo entre los dientes.
El otro que no quiere esas cosas, como si le pudiera poner puertas al campo en un ataque de ordeno y mando, y que no se lo dice a nadie, nadie, nadie, of course.
Y el otro compensando tanto disfraz misógino con eso del Amor universal pero incapaz de ponerle rostro alguna vez, no vaya a ser que le muerda en la boca.
Los tres mienten como bellacos pero eso sí, se lo pasan deputamadre aunque no engañen a nadie.
(Ya estoy viendo a Arantzona partiéndose la caja)
Aquí he aprendido que cuando se juntan los hombres a darle al pico de madrugada, las mujeres no existen salvo por las domingas del domingo que entran en la categoría de un buen vino, o un buen puro, o un buen partido de fútbol. Miento, el fútbol siempre es más. Y eso en lo tocante a la realidad, porque las virtuales, las mujeres virtuales que al final somos las que les producimos los retortijones mentales que las otras no consiguen ni entrenándose, nos volatilizamos directamente.
Realmente son felices reconociéndose entre sí, diciéndose apasionadamente lo que nunca le dirían a una tarada que no se llame Fabi, derrochando amor en una especie de euforia regresiva e inocente, casi envidiable, para quien no tiene la suerte de excitarse con el "churrasco" de turno.
Ergo, no queda otra que pasárselo por el Arco de Trajano.
¿Quién dijo Kali?
Callada estoy más guapa.
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