No creas que me olvido de nuestro primer roce
en aquel bar a punto de cerrar, no te creas
que he olvidado tus manos cercando mis caderas,
ni tu aliento en mi nuca, ni tu aroma de hombre.
en aquel bar a punto de cerrar, no te creas
que he olvidado tus manos cercando mis caderas,
ni tu aliento en mi nuca, ni tu aroma de hombre.
No creas que me olvido de tu empecinamiento
en desnudarme el alma a través de los ojos,
ni de tu boca muda curvada por el morbo
a la justa medida de mis labios sin besos.
Y no me olvido, no, de la exacta distancia
de tu cuerpo y mi cuerpo, cuando me acariciabas
con la mirada oscura de un experto en abismos.
Dos casuales que bailan y en el idioma abstracto
del corazón te dije y me dijiste tanto,
que por más que hable el mundo, ya lo ves, no me olvido.
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ni de tu boca muda curvada por el morbo
a la justa medida de mis labios sin besos.
Y no me olvido, no, de la exacta distancia
de tu cuerpo y mi cuerpo, cuando me acariciabas
con la mirada oscura de un experto en abismos.
Dos casuales que bailan y en el idioma abstracto
del corazón te dije y me dijiste tanto,
que por más que hable el mundo, ya lo ves, no me olvido.
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