Yo amo a las mujeres de eterno claroscuro
que malvenden disturbios de piernas entreabiertas,
a las rosas atroces de las noches despiertas
que surgen en la esquina del lascivo futuro.
A las que no conocen la luz de un beso puro
y se entregan a Dios como pálidas muertas,
a las tundras fragantes de colinas desiertas,
yacentes como el mar de un crepúsculo oscuro.
Las de torcida suerte y neones de hielo,
a las esclavizadas por la víbora en celo
en exilio perpetuo de su propio albedrío.
Las tristes sonrientes que mastican la vida
sin dientes de repuesto bajo la falda herida
de ecuménico vuelo. Agua de cualquier río.
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que malvenden disturbios de piernas entreabiertas,
a las rosas atroces de las noches despiertas
que surgen en la esquina del lascivo futuro.
A las que no conocen la luz de un beso puro
y se entregan a Dios como pálidas muertas,
a las tundras fragantes de colinas desiertas,
yacentes como el mar de un crepúsculo oscuro.
Las de torcida suerte y neones de hielo,
a las esclavizadas por la víbora en celo
en exilio perpetuo de su propio albedrío.
Las tristes sonrientes que mastican la vida
sin dientes de repuesto bajo la falda herida
de ecuménico vuelo. Agua de cualquier río.
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