Monarca del verbo de los alunados
que guarda Pandora bajo siete llaves.
Rey de los esquivos y desesperados
de Aracné la seda de tus labios graves.
Anúnciame el día de tu advenimiento
para recibirte como te mereces,
con la cabellera de Medusa al viento,
de Circe la clave de las morbideces.
Atrévete y mira mis ojos de cerca,
desata las iras de su verde enjambre,
detente en el sismo de mi boca terca
que quiero matarte de versos el hambre.
Me apuesto el enigma de tu cardiograma
contra los arcanos de mi antigua runa,
al ritmo inefable que sobre mi cama
en sábanas áureas extiende la luna.
Te reto al sonido de voces druidas,
al salto te obligo. Por ley de Talión
te reclamo, Andrea, todas las heridas
que causa tu lira en mi corazón.
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