A punto de llover puede que sea
mi forma de estar vivo.
Pastor Aguiar.
Cuanto peor estoy mejor me escribes,
mejor me inventas, casi me adivinas
sobre el papel herido en que me crezco.
Soy el párpado negro de la noche
abierto a la llovizna de tu influjo
por enseñarte el húmedo secreto
que guarda la mirada de una autista.
No hay donde guarecerse de tu lluvia
por eso es que te escribo a la intemperie,
separando vocablos con ráfagas sanguíneas,
en medio del vacío que amenaza tragarme
y se desborda
del cauce de mi boca.
Sé morirme tan bien y tantas veces
por la costumbre de morirme sola,
que no siento los pulsos del árbol de las venas,
cautivas silenciosas del disturbio
de un dios desarbolado.
Ay! tu rostro cetrino junto al fuego
de un habano virtual. Te ciega el humo.
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