Tirarte al suelo a ti, tumbarte el alma,
quemarte el corazón y las retinas,
despeñarte el afán, romper tu calma
y envenenar tus voces asesinas.
Rememorar en ti el meteoro
que perdí en un mal verso advenedizo
resulta inevitable.
Sangre y oro
mi bandera en tu paso fronterizo.
Comentarios
Publicar un comentario