Te regalo mi jaula de certezas
con el pájaro mudo de la duda,
mi cárcel de dislates,
mi cataclismo íntimo,
mi orgía de candados y cerrojos.
Te regalo mis ojos
que te han mirado tanto en la distancia
para que puedas verte
desde su insumisión.
Me he escrito Varanasi
y ya no queda nada que mirar con ojos de renuncia
no queda nada que asombrar, nada que saquear,
nada que amar, nada que aborrecer.
"El último espíritu de las especies libres"
se ha cortado la lengua luctuosa
y se muda al olvido por un rato.
Tanto le da que el mundo se derrumbe
detrás del zigurat de su palabra.
Otro monstruo vendrá que lo hará bueno.
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