El tiempo es solo un péndulo homicida
y es en este momento, nunca en otro,
que sucede el poema
y se perpetra el crimen anunciado.
No me sirve de nada lo que hubiera ocurrido
en otras circunstancias diferentes,
ni que escupas hipótesis al cielo
como le escupo yo a las primaveras
cuando llegan cargadas de petunias
jodiéndome el invierno que me ampara.
La jaula ocupa todo el pensamiento
y seguirá creciéndome en las sienes
inevitablemente
como un tumor plagado de cerrojos.
No me inventes paloma ni te defiendas más,
que no estoy zureando mis incendios
para que tú me salves de la quema.
Sálvate tú de mí, si acaso puedes
librarte de la histeria colectiva
y sigue alzando muros,
bellos como los rostros del silencio,
que no separan nunca las palabras.
No nos mira el futuro pero, escucha,
me columpio en tu lengua de cuchillo
cuando me da la gana.
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