De febrerillo el loco cuentan cuentos
porque nunca se sabe qué te espera
si sol o nieve, lluvia o ventolera
que arrase el corazón de los lamentos.
Me desbarata el alma en sus intentos
de saltar de mi olvido la alambrera
con la agresividad alacranera
de un ambiguo Señor de los Tormentos.
Impávido me nutre de amor-odio
por la boca del último Custodio
que desertó, mortal, de mi venero.
Se me asalvaja el caos que aletargado
respiraba dormido a mi costado
con las alas plegadas, en Febrero.
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