Qué vas a hacer el día
en que no estén mis ojos para llorar por ti
después de cada orgasmo luminoso.
Qué harás con tanta abulia
y con la risa, qué.
Qué vas a hacer, enigma,
cuando olvide tu rostro
y vuelva a ser la sombra que nada clarifica.
En qué féretro oscuro vas a enterrar mi nombre
después de masticarlo
letra a letra.
Tan sólo yo conozco
el olor de tu axila
y el tacto de tu pelo
y el rictus de tu boca
y me juego el dolor al pecado más alto.
Y sin embargo tú
en qué momento, anoche,
te olvidaste de mí.
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