yo lo sabía todo
lo intuía todo
y hasta lo que inventaba se hacía realidad
y enamoraba a más de un delincuente
tenía una manera diferente de encarar la emoción
cuando tendía el alma a la intemperie
como un foulard de múltiples colores
y sabía esconder muy bien mi indefensión
ante el colmillo ajeno
era un temblor de carne iluminada
un destello de furia un estallido
en la punta de lanza de la locuacidad
muté en una ráfaga de aire enrarecido
que amenaza silencio con la boca tapiada
de aquel bullicio no ha quedado nada
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