Me despido a mordiscos de la literatura.
Hace tiempo que vengo despidiéndome
a golpes
a patadas
a portazos.
Tengo las coronarias obturadas
de sonámbulos versos
y en mi garganta carraspean metáforas confusas
que no terminan nunca de nacer.
Las guerras se complican.
Todas las putas guerras,
las mías
las del mundo
las que no contaré jamás
y las que se cuentan siempre, hasta el hartazgo
sin que dimita de su cargo Dios.
Qué les puedo decir sin que mis frases
goteen incesantes sus miserias sanguinas.
A quién le servirá mi obstinación poética
que enumera suicidios verso a tierra.
Me despido a estocadas en el aire,
a arañazos precisos en la espalda del odio,
a venenosos besos en la boca del miedo,
acribillando todas las flores de la lírica
y sus febles orgasmos,
fusilando sus sínodos de pájaros vitales.
No se equivoquen, sólo la muerte sola
es un arma cargada de futuro.
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