Nunca debí teñirme de "rojo violín"
ni por amor al ínclito Menuhin.
Al mirarme al espejo no era yo.
No soy tan violenta ni mi pelo castaño
me resalta la piel con esa anómala
lividez de vampira.
Una fúlgida hoguera en la cabeza
y la mente vacía hasta de asombro,
como si todas las neuronas útiles
se hubieran congelado de repente.
Y lo peor, sin música,
nada de violines melancólicos
desangrando sus notas en arpegios
de luz sobre el cabello torturado.
Alguna vez la extraña me ha mirado
con el metacrilato de unos ojos malévolos
y las grandes ojeras de una tísica,
pero no tan salvaje ni morbosa,
tan tétrica, tan hueca.
Vade retro, Morgana.
(Pásate al rubio, imbécil
el caso es ocultarte de ti misma).
ni por amor al ínclito Menuhin.
Al mirarme al espejo no era yo.
No soy tan violenta ni mi pelo castaño
me resalta la piel con esa anómala
lividez de vampira.
Una fúlgida hoguera en la cabeza
y la mente vacía hasta de asombro,
como si todas las neuronas útiles
se hubieran congelado de repente.
Y lo peor, sin música,
nada de violines melancólicos
desangrando sus notas en arpegios
de luz sobre el cabello torturado.
Alguna vez la extraña me ha mirado
con el metacrilato de unos ojos malévolos
y las grandes ojeras de una tísica,
pero no tan salvaje ni morbosa,
tan tétrica, tan hueca.
Vade retro, Morgana.
(Pásate al rubio, imbécil
el caso es ocultarte de ti misma).
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