Qué indolente la bestia de lo ignaro,
la larga parsimonia con que el tiempo me ofrece
su enigma a cuentagotas.
No sé de qué depende su palabra en mis ojos
ni la lívida fe con que me tienta a oscuras su violencia,
pero sé que su hombro es reversible
y está ocupado siempre por algún llanto ajeno
o la sonrisa elíptica de otra.
Hibernar en Agosto no es tan anormal
para una como yo que escucha la tormenta
aunque el trueno no suene jamás para su oído.
Ya no pregunto más, ya no me extraño
de cómo los silencios se desmayan,
y se incineran todos los ángeles del tedio
graznándome aleluyas.
Ya no pregunto más,
cierro la puerta al vértigo de un año
y me pierdo en mi bosque de imposibles ludibrios.
Porque ya no me quedan matrioshkas de repuesto,
se me ha escapado el sol de entre las piernas
como una menstruación extemporánea
y no es tan grave como suponía.
Ha de llegar la lluvia cargada de respuestas
que, al fín, no le interesen a mi indocilidad,
para volver a mí,
volver sin más preguntas, sin arrepentimientos
colgando de los pechos de la histeria.
Como tiene que ser cuando no hay hombre.
la larga parsimonia con que el tiempo me ofrece
su enigma a cuentagotas.
No sé de qué depende su palabra en mis ojos
ni la lívida fe con que me tienta a oscuras su violencia,
pero sé que su hombro es reversible
y está ocupado siempre por algún llanto ajeno
o la sonrisa elíptica de otra.
Hibernar en Agosto no es tan anormal
para una como yo que escucha la tormenta
aunque el trueno no suene jamás para su oído.
Ya no pregunto más, ya no me extraño
de cómo los silencios se desmayan,
y se incineran todos los ángeles del tedio
graznándome aleluyas.
Ya no pregunto más,
cierro la puerta al vértigo de un año
y me pierdo en mi bosque de imposibles ludibrios.
Porque ya no me quedan matrioshkas de repuesto,
se me ha escapado el sol de entre las piernas
como una menstruación extemporánea
y no es tan grave como suponía.
Ha de llegar la lluvia cargada de respuestas
que, al fín, no le interesen a mi indocilidad,
para volver a mí,
volver sin más preguntas, sin arrepentimientos
colgando de los pechos de la histeria.
Como tiene que ser cuando no hay hombre.
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