Se me cayó el blindaje
y me he pasado el día desviviéndome al aire
con la vista perdida en sus azules
y nadando de espaldas hasta caer rendida,
cerca del ventisquero donde entrenan los ángeles
que incomodan al dios de los vuelos prohibidos,
sin una sola duda que me sirva de excusa.
Cuando rompa la noche
y lo indócil murmure su recado en mi oído
podré mirar al sur,
olfatear el rastro de la hombría
y dejar que me alcance su voz de sumidero.
No importa que sea inútil,
tan inútil,
como seguir el paso de una nube
o el salto de un delfín en el estrecho,
porque la tentación sin exigencia
ni dependencia alguna,
se llama libertad en su alfabeto
de signos anacrónicos
y en mi lengua de señas.
Todo al fin se reduce
a pretender morir antes que él,
y va a ser muy difícil, tal como sopla el viento,
pero cosas más raras ocurren en el mundo
donde una gata, maula y estresada,
puede salvar a un niño del terror
o un violento tzabra
derramarse de golpe entre mis pechos
por conjurar los perros de la guerra
y desdecirse en mí de tanta muerte.
Algo de ropa,
sed
y diez mil euros
serían suficientes para el salto.
Después, literatura,
y el mar por horizonte.
y me he pasado el día desviviéndome al aire
con la vista perdida en sus azules
y nadando de espaldas hasta caer rendida,
cerca del ventisquero donde entrenan los ángeles
que incomodan al dios de los vuelos prohibidos,
sin una sola duda que me sirva de excusa.
Cuando rompa la noche
y lo indócil murmure su recado en mi oído
podré mirar al sur,
olfatear el rastro de la hombría
y dejar que me alcance su voz de sumidero.
No importa que sea inútil,
tan inútil,
como seguir el paso de una nube
o el salto de un delfín en el estrecho,
porque la tentación sin exigencia
ni dependencia alguna,
se llama libertad en su alfabeto
de signos anacrónicos
y en mi lengua de señas.
Todo al fin se reduce
a pretender morir antes que él,
y va a ser muy difícil, tal como sopla el viento,
pero cosas más raras ocurren en el mundo
donde una gata, maula y estresada,
puede salvar a un niño del terror
o un violento tzabra
derramarse de golpe entre mis pechos
por conjurar los perros de la guerra
y desdecirse en mí de tanta muerte.
Algo de ropa,
sed
y diez mil euros
serían suficientes para el salto.
Después, literatura,
y el mar por horizonte.
Comentarios
Publicar un comentario