Destierro de mi boca la palabra terror,
la rompo, la subyugo, le quito la importancia,
me cisco en sus designios,
la amedrento
con la fuerza que escondo para los imposibles
Destierro de mi boca la palabra futuro,
la cambio por ahora
por este mismo instante
por hoy, por hace un rato
por dentro de unas horas
por mañana, quizás, sin ir más lejos.
Le quito la ambición de serlo todo
y de infectar los sueños con sus letras.
Destierro de mi boca la palabra horizonte
porque siempre camina delante de mis pasos.
La sustituyo por cercana-mente
y la toco
la estrujo
la acaricio
la beso
tras la mirada ingenua de Rodrigo.
Destierro de mi boca la palabra mortal
y me invento una nueva que presuponga el alma
la rompo, la subyugo, le quito la importancia,
me cisco en sus designios,
la amedrento
con la fuerza que escondo para los imposibles
Destierro de mi boca la palabra futuro,
la cambio por ahora
por este mismo instante
por hoy, por hace un rato
por dentro de unas horas
por mañana, quizás, sin ir más lejos.
Le quito la ambición de serlo todo
y de infectar los sueños con sus letras.
Destierro de mi boca la palabra horizonte
porque siempre camina delante de mis pasos.
La sustituyo por cercana-mente
y la toco
la estrujo
la acaricio
la beso
tras la mirada ingenua de Rodrigo.
Destierro de mi boca la palabra mortal
y me invento una nueva que presuponga el alma
(almática fue siempre un buen ejemplo)
de aquello que escribí en otra dimensión
sin autocomplacerme demasiado
en el perfecto hueco de mi ombligo.
Destierro de mi boca la palabra piedad
y la tiño de amor insobornable,
la llamo libertad y me la guardo
para tiempos de cáncer y metástasis.
Y, para terminar, destierro de mi boca
las palabras distancia e impotencia,
porque tan sólo existen si yo quiero.
Y no quiero.
Ni hablar.
Hoy no transijo.
Comentarios
Publicar un comentario