No alces la cabeza Silvia Plath.
¿Se está bien muerta?. MdP
Si me quiero a mí misma, me debilito entera,
llorona y retorcida, todo un asco
de ojos violentos y boca cruelísima
(una putada, sí, ir de poeta)
siempre buscando excusa
para el lamento.
Cuando me quieres tú, es otra cosa,
porque no me zahieres con tormentas pasadas
ni con el morbo añil de mi presente
(lo de añil: otro lapsus que vas a perdonarme)
te limitas a mí, te circunscribes
a verme guapa hoy, sin un mañana
que enturbie de exigencia la memoria.
Yo no me reconozco en tu mirada
pero tanto me da, si me miras las piernas
como si fueran diosas en penumbra,
con esos ojos graves de sacerdote en trance.
Hasta los andares, dices,
-de tí me gustan hasta los andares de perniciosa Lilith-
y sé que es la verdad
y que daría igual si fuera coja.
Y es que estás estocólmico
por la que crees que soy cuando me río.
Tendría que sacarte del error
y enseñarte a la oscura, la suicida
de piernas cortas y cerebro largo,
con crisis de ciática esplendentes,
pero sería un crimen perpetrado
con premeditación y alevosía
(que decís los del gremio del desacato ingenuo)
y francamente, ya
no estoy para esos trotes y además
me gusta verte ciego y abducido
sin un remordimiento de conciencia.
Sinceridad la justa ¡ ay machote!
no sea que se joda la esperanza.
Vídeo de Akhenazi
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