No sé qué cara hueca le bordaré a la muerte,
con qué hilo nocturno tejeré su cabello,
con qué paciencia inútil le coseré los hielos
que anunciarán su entrada sombría, de repente.
Áspera al tacto muere la seda de mi boca,
mientras me estoy mirando como si no estuviera
a través de un cristal. Mueren mis alamedas
y nacen los cipreses de una larga derrota.
Qué viejo cementerio acogerá mis huesos,
qué cruz dibujaré sobre el mármol baldío.
Arrojaré poemas sin nombres ni apellidos,
a la fosa común de los que nacen muertos.
Morgana Querida muito forte e muito belo !!!Reflexões verdadeiras ...Um grade beijo Pedro Pugliese
ResponderEliminarReflexionar de vez en cuando, Pedro, nos pone los pies en la realidad.
ResponderEliminarGracias, guapo.