Vienes y vas por mí, me circunvalas,
giras por mis ocultas cicatrices.
Sobre mi piel te dices y desdices,
córvido anochecer de negras alas.
Niegas mi nombre, subes y resbalas,
por los cortados de mis arrecifes.
Como un voyeur espías mis deslices
por seducirme con tus martingalas.
No me quieras querer, que yo no valgo
un gesto de tu boca, me aconsejas,
pero varón te creces a mi espalda.
No te quiero querer, pero no salgo
del círculo vicioso de tus quejas
alrededor del vuelo de mi falda.
giras por mis ocultas cicatrices.
Sobre mi piel te dices y desdices,
córvido anochecer de negras alas.
Niegas mi nombre, subes y resbalas,
por los cortados de mis arrecifes.
Como un voyeur espías mis deslices
por seducirme con tus martingalas.
No me quieras querer, que yo no valgo
un gesto de tu boca, me aconsejas,
pero varón te creces a mi espalda.
No te quiero querer, pero no salgo
del círculo vicioso de tus quejas
alrededor del vuelo de mi falda.
Venía a decirte que me gusta éste poema. Pero no sé si hacerlo. Hay un córvido a tu espalda!
ResponderEliminarUn abrazo.
¿viste?
ResponderEliminarMe gusta que te guste, loco.
Entre aves anda el juego, gavilán. (ríome)
En pocos días estoy en casa, así que ya voy a ver tu vuelo con cierta tranquilidad que ahora no tengo.
Un beso, Manuel.
Presiosa sensación expresada en versos.
ResponderEliminarMe encantó.
Un beso
Gracias Osvaldo, me alegra que te gustara.
ResponderEliminarUn abrazo, poeta.