No existen los domingos.
Sólo cuando está cerca tiene descanso el alma
y las flechas olvidan su memoria de aire traspasado.
Sólo entonces respiro,
me entretengo
buscándome la piel
o me ovillo en las sombras de párpados cerrados.
Sólo entonces se vuelven sensoriales mis ojos
y regresa la seda a la palabra
y el latido a la sangre que renueva su asombro.
Sólo entonces me paro a observar el desierto
o acaricio los rostros
de quienes resistieron su inclemencia,
y hasta me doy el lujo de disfrutarme frágil
y romantiquear en futurama.
No es que no sea yo cuando está cerca,
es que puedo ser más
puedo ser otras
puedo ser todas
sin medir consecuencias
si es su músculo el que tensa el arco.
Sólo cuando está cerca tiene descanso el alma
y las flechas olvidan su memoria de aire traspasado.
Sólo entonces respiro,
me entretengo
buscándome la piel
o me ovillo en las sombras de párpados cerrados.
Sólo entonces se vuelven sensoriales mis ojos
y regresa la seda a la palabra
y el latido a la sangre que renueva su asombro.
Sólo entonces me paro a observar el desierto
o acaricio los rostros
de quienes resistieron su inclemencia,
y hasta me doy el lujo de disfrutarme frágil
y romantiquear en futurama.
No es que no sea yo cuando está cerca,
es que puedo ser más
puedo ser otras
puedo ser todas
sin medir consecuencias
si es su músculo el que tensa el arco.
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