Todo está en sus pupilas
cuando me acerco a él,
desde la risa floja hasta el viril gemido,
la gracia intemporal de su garganta oscura
agónica por mí en el momento
de hundirme en su mirada
y temblar violenta
su turbia lasitud de uva dulce.
No le siento las manos a la luna
-anaconda de luz sobre mi cuerpo-
si rutilan acuáticos sus ojos
cuando me acerco a él,
desde la risa floja hasta el viril gemido,
la gracia intemporal de su garganta oscura
agónica por mí en el momento
de hundirme en su mirada
y temblar violenta
su turbia lasitud de uva dulce.
No le siento las manos a la luna
-anaconda de luz sobre mi cuerpo-
si rutilan acuáticos sus ojos
sembrando manantiales en mi nuca.
Me acorrala de músculo y latido
cuando espero impaciente
la carnadura azul de su palabra
de arañazo caliente y profundísimo.
Se alza destructivo y protector
como un voraz soldado sin trinchera
en su-misión de besos sobre el caos
de mis perpetuas ganas.
Me acorrala de músculo y latido
cuando espero impaciente
la carnadura azul de su palabra
de arañazo caliente y profundísimo.
Se alza destructivo y protector
como un voraz soldado sin trinchera
en su-misión de besos sobre el caos
de mis perpetuas ganas.
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